Residentes en Nuñomoral viajan a Acehúche para conocer las Carantoñas
La pequeña localidad cacereña reunió en la festividad de San Sebastián a más de 8.000 personas que acudieron a la llamada de Las Carantoñas. Los residentes en el Centro Residencial y Familiar de Nuñomoral no quisieron faltar a esta cita declarada Bien de Interés Turístico Regional
No ha finalizado el primer mes del año y nuestros residentes en Nuñomoral ya han realizado cinco excursiones. A la visita a Aliseda se han sumado el viaje a La Alberca, el salto a Portugal para conocer Peña García y Monsanto y, ahora, a las fiestas de Acehúche en honor a San Sebastián.
Cuenta la leyenda que las bestias se amansaron cuando vieron ante ellas a la figura de San Sebastián. Y sobre esta base legendaria vecinos y vecinas de la pequeña localidad cacereña de Acehúche celebran, el 20 de enero, la fiesta de Las Carantoñas, declarada de Interés Turístico Regional.
Este año, ocho usuarios acompañados de Mercedes Martín viajaron desde el Centro Residencial y Familiar de Nuñomoral hasta Acehúche para vivir en primera persona esta fiesta tan singular. Los excursionistas pudieron disfrutar de la procesión, de la multitud de turistas que este fin de semana se han desplazado hasta esta pequeña población y hasta pudieron tomar imágenes posando con las “terribles” carantoñas.
La tradición manda que las muchachas de Acehúche luzcan para la procesión de San Sebastian ataviadas con las faldas de saya, denominado “bayeta”. Las mujeres flanquean la procesión del santo patrón mientras los hombres dan vida a Las Carantoñas. Quienes se visten ataviados con pieles de animal y máscaras desafiantes siempre son hombres que de esta forma cumplen una promesa al santo.
La fiesta finaliza con la salida, tras los actos religiosos, de la vacatora. La vacatora es una carantoña con cornamenta sobre unas parihuelas y tapada con una manta, que deja asomar unos largos cuernos de vaca y lleva colgando un descomunal cencerro. Su misión es dar por finalizada la fiesta, asustando a las Carantoñas y dispersándolas, entre carreras y revolcones, jolgorio éste, en el que participan todos los presentes. Como colofón, todos se dirigen a casa de los mayordomos "al convite", consistente en dulces y vino de la zona.