Isidora La Francesa cumple 103 años con Mensajeros de la Paz Extremadura
Hasta Villasbuenas de Gata se desplazaron sus familiares para vivir con la anciana tan señalada jornada. Cava y tarta de chocolate para celebrar una vida que atesora más de un siglo de historia serrana
Apenas una semana después de que el liberal Conde de Romanones ganara las elecciones con el 57% de los votos, nacía en Cadalso de Gata Isidora Rodríguez Calvo, la benjamina de los cuatro hijos de Benito y Sebastiana.
En plena I Guerra Mundial, al arrullo de su madre, Isidora y su familia emigraron a Francia para iniciar una nueva vida. El fallecimiento prematuro de Sebastiana decidió el regreso definitivo de Benito y su prole a España.
A los diez años, nuestra protagonista sabía leer y escribir y hablaba en francés con la misma fluidez que lo hacía en castellano. Aquella infancia francesa es hoy su mejor arma. Aquejada de hipoacusia, preguntas y repuestas, sugerencias y deseos viajan escritos en los reversos de los papeles, que vuelan como palomas mensajeras entre el personal de la residencia Siete Villas, de Villasbuenas de Gata, y la veterana anciana.
El 17 de abril, Isidora, la francesa, ha cumplido 103 años con Mensajeros de la Paz Extremadura en la residencia de mayores Siete Villas.
Rodeada de hijos, nietos y biznietos, y familiares políticos, el día de su cumpleaños, Isidora disfrutó de cava y tarta de chocolate en compañía de los suyos. Ella y Agapito han creado una familia de 25 miembros diseminados por Castilla-León, País Vasco, La Rioja y Extremadura desde donde regresan a Sierra de Gata cada tanto para acompañar al alma mater de la estirpe.
Lucio y Dolores definen a su madre como mujer dulce y cariñosa al tiempo que en su juventud fue gran experta en el manejo de la zapatilla, que utilizaba generosamente entre tanta chiquillería. Nunca tuvo enemigos y siempre fue mujer de hacer favores. A sus 103 años, hoy como ayer, es espontánea y alegre, extremadamente pudorosa al tiempo que extrovertida. Su boca, sus gestos, sus ojos castaños y su sonrisa están llenos de espontaneidad.
De joven, Isidora era apasionada de Antonio Molina a quién gustaba escuchar en compañía de sus vecinas. De forma coral y arrancándose a capela, Molina era la banda sonora de las noches de serano de las mujeres cadalseñas.
Isidora es probablemente quien mejor conoce la historia del Teso de la Canal, escenario principal de su vida. Allí vivió siempre su familia y sin salir de la calle conoció a Agapito, vecino diez años mayor que ella, que se convertiría en su marido. Gran conocedora de los campos y regatos cadalseños, lavaba en el Cantero del Agua la ropa propia y la de otras casas; trabajaba en el huerto tras regresar de las faenas del campo al tiempo que criaba a sus siete retoños. La muerte de su hija Sebastiana, bautizada así en honor a su abuela materna, fue el golpe más duro que Isidora ha encajado en su centenaria vida.
Lucio recuerda que cuando él contaba apenas tres días de vida, su madre marchó en pleno diciembre “a la aceituna”. Era época de cosecha y los permisos por maternidad no habían sido siquiera imaginados. El olivar era la principal fuente de ingresos antes de que llegase la economía del pino al Valle del Árrago. En los años cincuenta del siglo pasado, en Cadalso funcionaban a pleno rendimiento cinco molinos en uno de los cuales trabajó siempre Agapito.
Como si lavar en el río, encalar fachadas, zachar en el huerto y sermentar en el campo dejara tiempo libre, Dolores recuerda cómo su madre siempre fue una “cocinera de maravilla”. Su pasión era el picante, gusto que ha transmitido a los suyos y del que también habla su carácter. Lucio entorna los ojos recordando las “asadurillas de cabrito que siempre tenía preparadas” la madre para alegrar el regreso a casa de su niño mimado.
Viuda desde 1977, hasta hace 20 años continuó viviendo en el Teso de la Canal porque “siempre le gustó estar sola”. Tras vivir dos décadas entre La Rioja, País Vasco, Castilla-León y Extremadura, desde el mes de marzo reside en Siete Villas, a escasos kilómetros de su localidad natal.
Isidora sonríe al verse rodeada de los suyos y su cara se ilumina cuando se dirige a ella Yolanda Rodríguez, directora de la residencia de mayores Siete Villas, de Villasbuenas de Gata. Sus allegados coinciden en señalar que Isidora “está inmensamente feliz” bajo los cuidados de Mensajeros de la Paz Extremadura.
Isidora Rodríguez Calvo, con 103 años de edad, es la decana de nuestras mayores, así como Damián Alonso, residente en Virgen de Peñas Albas, de Cabezuela del Valle, lo es de nuestros mayores varones a sus 106 años de edad.