Germán, ¿Cuándo empezamos?
Fallece Germán Gutiérrez, educador de Mensajeros de la Paz Extremadura. Responsable del pretaller donde atendía a los usuarios con dependencias intelectuales mayores, trabajaba en la organización desde su creación hace ahora 25 años
La pérdida de Germán Gutiérrez ha supuesto un duro golpe para todos los trabajadores que forman el equipo humano de Mensajeros de la Paz Extremadura. El educador comenzó a trabajar en la oenegé extremeña hace ahora 25 años, convirtiéndose en una pieza clave del equipo fundacional de la organización “por poseer una humanidad inmarcesible, inabarcable”, reflexiona Mercedes Murias, presidenta de la oenegé extremeña desde su creación. El carácter de Germán y su implicación con los usuarios del Centro Ocupacional de Moraleja lo convirtieron, afirma su presidenta, “en una figura paterna para todos nuestros usuarios porque a todos ellos prohijó”.
El binomio íntimo que creó Germán con cada uno de los chicos y chicas a su cuidado sonaba cada verano a través del hilo telefónico. Apenas cuatro días de agosto y las llamadas se sucedían preguntando: “Germán, ¿Cuándo empezamos? Cuándo volvemos a estar juntos, a encontrar la paz en el color de los mandalas.
Cada mañana, llegaba el primero al Centro Ocupacional. Abría las puertas, encendía la luz de su taller y, casi al mismo tiempo, encendía también un ducados eterno que amarilleaba unos dedos expertos en el cuidado de los más frágiles. A las nueve y media se repetía el mismo ritual: Los chicos y chicas bajan del autobús y uno a uno se acercan a él para desearle los buenos días con un beso.
Los conocía a todos y a todos los había visto madurar. Y él había madurado con todos. En la playa, en el aula, en las fiestas anuales, en la cotidianidad diaria. Cada viernes, traía al centro una merienda especial para ellos, una merienda que compartían en secreto, lejos de las normas establecidas, un guiño, otra caricia.
Hombre con una creatividad desbordante, su imaginación volaba entre las paredes del Centro Ocupacional oliendo las flores de sus jardines. Entre otras muchas cosas, fue pionero en la reutilización de materiales usados como materia prima para la decoración de espacios.
Esta Navidad, Germán dirigió por última vez sobre el escenario a “sus niños” como siempre se refería a ellos, “es que son mis hijos”, afirmaba con una mirada llena de cariño. Germán quiso felicitar las fiestas a todos sus amigos con esa imagen grabada en su móvil, imagen que reflejaba horas de trabajo y esfuerzo envueltos en la algarabía.
Hombre discreto, tímido y paciente, Germán es el menor de una conocida familia moralejana formada por tres hermanas, un hermano también fallecido, y él, el más joven, “el niño mimado”, como le gustaba recordar con una pícara sonrisa. Generoso y desprendido, durante los últimos 25 años se empeñó en expandir esos mimos que él siempre había recibido. Disfrutaba de los veranos veratos en familia donde recargaba energías contemplando las estribaciones de Gredos, una montaña que este último diciembre le negó su blanco níveo del que tanto hablaba y que durante largas horas contemplaba en silencio.
El día 10 de enero las lágrimas se convertían en el Centro Ocupacional en un reguero dulce de ausencia irreparable y honda tristeza.